Si me tengo que quedar con una revitalización del género negro de finales de siglo sin duda (por encima de «L.A. Confidential») sería con «Fuego en el cuerpo (Body Heat)» de Lawrence Kasdan, no solo una de las mejores películas de cine negro de finales de siglo sino también una de las más conseguidas óperas primas de la historia.
Kasdan a principios de los 80’s era un joven guionista que con solo tres guiones había triunfado por todo lo alto. Más mérito aún tiene la cosa sabiendo que el proceso de su enorme éxito se forjó en solo dos años (1980 y 1981) y que dos de esos guiones dieron como fruto dos de las películas más míticas, emblemáticas y rentables de los 80: «El imperio contraataca» y «En busca del arca perdida». Al parecer lo que Kasdan tocaba se convertía en oro, por lo cual con tan solo un guión llevado a la pantalla grande (el de «El imperio contraataca», «En busca del arca pérdida» todavía no se había estrenado) se convirtió en un enchufado de la industria, una industria que le dio carta blanca para dirigir su primera película a partir de un guión propio con el que redefiniría el género negro justo el mismo año en que también redefiniría el género de aventuras con el guión del «En busca del arca pérdida» de Spielberg. La producción se llevó a cabo con la Warner y parte de las pelas las puso su colega George Lucas que también colaboró en la financiación de sus otros dos guiones de por entonces.
El film sigue el esquema de los clásicos títulos protagonizados por vamps o femme fatales que utilizan al hombre a su antojo para lograr sus objetivos. La peli no nos cuenta nada que no supiésemos ya gracias a clásicos del género como «Perdición» o «Deseos humanos» pero lo más importante no es lo que nos cuenta sino el modo en que nos lo cuenta. «Fuego en el cuerpo» está realizada en una época en la que la liberación sexual en el mundo del cine ya estaba más que asumida, por lo cual desinhibe del todo a un género cargado de erotismo y tensión sexual llegándonos a mostrár lo que en los clásicos solo nos era sugerido. Por tanto nos encontramos ante algo más que un simple homenaje a un género, «Fuego en el cuerpo» es uno de los clásicos definitivos del cine negro del siglo XX aunque solo sea por el simple hecho de presentársenos de un modo que nunca se pudo mostrar en la edad dorada de Hollywood. Pero el contenido erótico no es el único fuerte de la película, su argumento (como ya he dicho) a imagen y semejanza de los grandes clásicos, cuenta con un guión de una factura impecable y con un estilo visual con sabor añejo pero con el aliciente de contar con la fotografía en color que aunque haga perder la esencia de los clásicos da mucho juego al realizador a la hora de mostrarnos su narración. Con todo esto no es de extrañar que el film sea considerado por gran parte de la crítica como uno de las mejores cintas de los 80’s.
La historia gira en torno a un abogado de oficio (William Hurt) con ínfulas de playboy que un día se topa con una mujer de belleza fascinante y primitiva (Kathleen Turner), la cual al parecer está casada con un millonario hombre de negocios (Richard Crenna) y con la cual acaba teniendo la aventura de su vida. Como es de esperar esa mujer acabará usando al abogado a su antojo y haciéndole obrar en pro de su propio beneficio personal. Para mostrarnos la historia Kasdan apoyado por la maravillosa fotografía de Richard H. Kline, nos sumerge en una atmósfera calurosa que capta la esencia tórrida de la historia que se nos relata. Para ello la acción se sitúa en una localidad de Florida (en un principio iba a ser Nueva York o Nueva Jersey, hecho que hubiese hecho carecer de ese ambiente tropical tan acertado con el que cuenta la película) que está viviendo una ola de calor (hecho ante el que la fotografía del film adopta un tono húmedo que nos da sensación de vapor y conjuga muy bien con las sudorosas y humeantes imágenes que presenciamos (ya sea durante los polvos o mientras sus protagonistas fuman)). Y es que el calor siempre está presente en la película y juega un papel importantísimo, tanto argumental como visualmente, por lo que los días soleados, el sudor, el sexo fogoso o la continua consumición de cigarrillos a lo largo de la película no son recursos para nada gratuitos sino más bien simbólicos dentro de la historia.
Kasdan acierta por completo con un guión repleto de tópicos propios del género y continuos giros argumentales mediante el cual da a luz algunas de las escenas que han acabado perteneciendo al imaginario colectivo de la historia del cine como ese primer polvo (y primera prueba de fe a la que la mujer fatal somete a su víctima) entre sus dos protagonistas en el que vemos como William Hurt tras ser rechazado en la casa de Kathleen Turner de camino al coche se lo piensa dos veces y vuelve a por ella rompiendo con una silla la puerta de cristal (escena parodiada de genial manera en «Distracción fatal» (película con Armand Assante que parodiaba los thrillers eróticos de los 80’s)). Cada escena está cargada de detalles que con un único visionado pueden pasarse por alto pero que visionándola con detenimiento pueden llegar a saborearse mucho mejor. La mayor parte de estos símbolo son vaticinios sobre el fatal destino que le espera a su protagonista. Uno de estos momentos es aquel en el que vemos como William Hurt se queda observando como pasa frente a él un payaso en un descapotable, también cuando lanza el sombrero que le regala Kathleen Turner al perchero y cae al suelo, la escena que sigue a la primera vez en que la pareja protagonista comentan que desean la muerte del marido de ella (en la que vemos a William Hurt andando por un pasillo de los juzgados y se para al oír como se cierra la puerta de una celda a su espalda), o la escena con la que se abre el film (tras sus llameantes títulos de crédito) en la que vemos a Hurt después de tirarse a una tía observando desde la ventana como se quema el edificio donde solía ir a comer con su familia en su infancia.
En el apartado interpretativo no se le puede achacar nada pues la labor de sus actores es insuperable. Como la pareja protagonista tenemos a dos de los actores más brillantes de finales de siglo: William Hurt y Kathleen Turner. William Hurt había tenido formación teatral y experiencia televisiva y sólo un año antes de «Fuego en el cuerpo» había dado que hablar interpretando a su primer personaje protagonista en la fascinante «Altered States» (en España la tradujimos como «Viaje alucinante al fondo de la mente») de Ken Russell, y la Turner no solo interpretaba a su primer protagonista sino que también fue su debut en un largometraje después de haber trabajado en Broadway y la televisión. Hurt sin duda es uno de los actores más talentosos e interesantes de su generación, e interpretaciones como la de esta peli lo demuestran: guapo, versátil y con un carácter, una presencia y un talento únicos. De Kathleen Turner poco se puede decir que no se haya dicho ya, sin duda elegir interpretar este papel fue el mayor acierto de toda su carrera: no solo bordó el papel a la perfección, sino que también le catapultó al estrellato y se convirtió en un mito erótico de forma instantánea. Curioso es también el hecho de que ambos actores protagonizasen (cada uno por su cuenta) una película de Ken Russell (Hurt, «Altered States», y la Turner, «La pasión de China Blue») y que se convirtiesen en unos de los mejores y más míticos títulos del director.
En cuanto a secundarios el nivel con el que nos encontramos no es para nada inferior: Richard Crenna (clásico Trautman de la saga «Rambo») interpreta al marido de Kathleen Turner, Ted Danson (que se convertiría en un mito con la serie «Cheers») realiza su primer papel importante interpretando al amigo también abogado de Hurt (míticas son algunas de sus frases como cuando le ofrecen un cigarrillo y él replica que con el aire le basta), J.A. Preston interpreta al amigo policía de Hurt que al final acaba investigando su caso, y el breve pero notable papel de Mickey Rourke interpretando a un macarrilla al que Hurt ayudó a salir de la cárcel (tras esta interpretación directores como Nicholas Roeg, Barry Levinson y Francis Ford Coppola se lo rifaron). Al igual que en los grandes clásicos los personajes secundarios son tan necesarios en la trama como sus propios protagonistas.
Mención aparte merece la maravillosa banda sonora del genial John Barry con una de las composiciones más intrigantes y sensuales de la historia del cine (impagable ese saxo!).
El mismo año en que se estrenó «Fuego en el cuerpo» también se estrenó «El cartero siempre llama dos veces» de Bob Rafelson, remake del clásico de cine negro de mismo título protagonizado por Lana Turner y que presentaba unas características similares a la película de Kasdan: un revival del cine negro con un erotismo más explícito que en los títulos clásicos, que nos brindó la legendaria escena en la que Jack Nicholson se folla Jessica Lange en la cocina. A partir de entonces el thriller erótico se convertiría en uno de los géneros que más petaron en las salas viviendo su último gran momento en los 90 con películas como «Instinto básico» y «La última seducción».
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